domingo, 14 de junio de 2015

Nociones sobre soberanía alimentaria, derecho a la alimentación

Este artículo pretende realizar un resumen del Informe del Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Sr. Olivier De Schutter. Este informe examina la forma en que los Estados pueden y deben reorientar sus sistemas de explotación agrícola hacia modos de producción que sean socialmente justos, más sostenibles desde el punto de vista del medio ambiente, de gran productividad y sostenibilidad para que contribuyan a dar efectividad gradualmente al derecho humano a una alimentación adecuada.

Basándose en un extenso examen de las publicaciones científicas especializadas divulgadas en los últimos cinco años, el Relator Especial concluye que la agroecología ha demostrado resultados para avanzar rápidamente hacia la concreción del derecho a la alimentación para muchos grupos vulnerables en varios países y entornos. La agroecología ofrece ventajas que se complementan con enfoques convencionales más conocidos, como la selección genética de variedades de alto rendimiento, y contribuye enormemente al desarrollo económico más amplio.

Es posible crear un entorno propicio para esos modos de producción sostenibles mediante políticas públicas adecuadas, entre las que se incluyen: dar prioridad, en el gasto público, a la contratación de bienes públicos, en lugar de limitarse a ofrecer subvenciones a los insumos; invertir en el conocimiento mediante la reinversión en investigación agrícola y servicios de extensión; invertir en formas de organización social que fomenten las asociaciones, como las escuelas rurales para agricultores y las redes de colaboración de los movimientos de agricultores encaminadas a la innovación; invertir en investigación agrícola y sistemas de extensión; empoderar a las mujeres; y crear un entorno macroeconómico propicio, por ejemplo poniendo en contacto las explotaciones agrícolas sostenibles con los mercados justos.
 
Las comparaciones entre países indican que el crecimiento del PIB logrado gracias a la agricultura es por lo menos dos veces más eficaz para reducir la pobreza que el que se origina en otros sectores. Ahora bien, para lograr ese objetivo algunas inversiones son más eficaces que otras. Los efectos multiplicadores son significativamente más altos cuando el mecanismo de activación del crecimiento es el aumento de los ingresos de los pequeños productores, que estimula la demanda de bienes y servicios de los vendedores y proveedores de servicios locales. Cuando los latifundios aumentan sus ingresos, la mayor parte de éstos se gastan en insumos y maquinaria importados, y sólo llega a los comerciantes locales una parte mucho menor.  Únicamente el apoyo a los pequeños productores puede contribuir a romper el círculo vicioso que lleva de la pobreza rural a la expansión de los tugurios urbanos, y en el que la pobreza genera más pobreza.

 En el pasado, los métodos de la Revolución Verde se dirigieron principalmente a incrementar las cosechas de cereales. Ahora bien, el arroz, el trigo y el maíz son ante todo fuentes de hidratos de carbono: contienen relativamente poca proteína y sólo algunos de los demás nutrientes esenciales para una dieta adecuada. De ahí que en muchos países en desarrollo el cambio de sistemas de cultivos diversificados a sistemas simplificados centrados en los cereales haya contribuido a la malnutrición por falta de micronutrientes. Los nutricionistas insisten cada vez más en la necesidad de contar con sistemas agroecológicos más variados que propicien sistemas de explotación agrícola con una producción de nutrientes más diversificada.

Los sistemas alimentarios deben garantizar la disponibilidad de alimentos para todos. Las estimaciones más citadas señalan que para 2050 debería alcanzarse un aumento general de la producción agrícola de un 70%, teniendo en cuenta el crecimiento demográfico, así como los cambios en la composición de las dietas y los niveles de consumo asociados con la creciente urbanización y el aumento de los ingresos de los hogares. Esta estimación debe ponerse en perspectiva ya que da por sentadas las actuales curvas de demanda, y hay razones que nos permiten pensar que es necesario actuar también del lado de la oferta:

  • Casi la mitad de la producción de cereales del mundo se utiliza actualmente para producir pienso, y se prevé que el consumo de carne aumente de 37,4 a 52 kg/persona/año entre los años 2000 y 2050, por lo que es posible que para mediados de siglo el 50% de la producción total de cereales se destine a aumentar la producción de carne. Para atender a ese aumento de las necesidades podría ser deseable reasignar al consumo humano los cereales utilizados para producir pienso en los países desarrollados, donde el exceso de consumo de proteína animal es una fuente de problemas de salud pública, al tiempo que se desarrollan piensos alternativos basados en las nuevas tecnologías, incluidas las de tratamiento de los residuos y los desechos. Se estima que la pérdida de calorías que se deriva de alimentar a los animales con cereales en lugar de utilizar los cereales directamente como alimento humano equivale a la necesidad anual de calorías de más de 3.500 millones de personas.
  • Las pérdidas de alimentos en el terreno (entre la siembra y la cosecha) debidas a las plagas y los agentes patógenos pueden alcanzar entre un 20% y un 40% de la cosecha potencial de los países en desarrollo.
  • La media de pérdidas posteriores a la cosecha causadas por un almacenamiento y una conservación inadecuados es como mínimo de un 12%, y hasta de un 50% en el caso de las frutas y las hortalizas.
  • Como resultado de las políticas tendentes a promover la producción y el empleo de agrocombustibles, la reorientación de los cultivos de la satisfacción de las necesidades alimentarias hacia la satisfacción de las necesidades energéticas contribuye a aumentar la presión sobre los insumos agrícolas. 

Agroecología:

La agroecología es a la vez una ciencia y un conjunto de prácticas. Fue creada por la convergencia de dos disciplinas científicas: la agronomía y la ecología. Como ciencia, la agroecología es la "aplicación de la ciencia ecológica al estudio, el diseño y la gestión de agroecosistemas sostenibles". Como conjunto de prácticas agrícolas, la agroecología busca formas de mejorar los sistemas de explotación agrícola imitando los procesos naturales, creando así sinergias e interacciones biológicas propicias entre los componentes del agroecosistema. Proporciona las condiciones edafológicas más favorables para el crecimiento vegetal, en particular mediante la gestión de la materia orgánica y el aumento de la actividad biótica del suelo. Entre los principios básicos de la agroecología destacan los siguientes: reciclar los nutrientes y la energía de la explotación agrícola, en lugar de introducir insumos externos; integrar los cultivos y la cría de ganado; diversificar las especies y los recursos genéticos de los agroecosistemas en el transcurso del tiempo y en el espacio; y centrar la atención en las interacciones y la productividad de todo el sistema agrícola y no en especies individuales. La gestión integrada de los nutrientes concilia la necesidad de fijar el nitrógeno en los sistemas de explotación agrícola con la importación de fuentes orgánicas e inorgánicas de nutrientes y la reducción de la pérdida de nutrientes mediante el control de la erosión.

La agroforestería incorpora los árboles multifuncionales en los sistemas de explotación agrícola. En Tanzanía la agroforestería ha permitido rehabilitar 350.000 hectáreas de tierra en las provincias occidentales de Shinyanga y Tabora, y en otros países, como Malawi, Mozambique y Zambia, se están desarrollando proyectos similares a gran escala. La captación de agua en las zonas secas permite el cultivo de tierras antes abandonadas y degradadas y mejora la productividad del agua utilizada en los cultivos. En el África Occidental, las barreras de piedra levantadas a lo largo de los campos de cultivo frenan el agua de escorrentía durante la estación lluviosa, lo que permite mejorar la humedad del suelo, reponer las capas freáticas y reducir la erosión. La capacidad de retención de agua se multiplica entre 5 y 10 veces y la producción de biomasa entre 10 y 15 veces, y la hierba que crece después de las lluvias a lo largo de las barreras de piedra puede servir para alimentar al ganado. La integración de la cría de animales —ganado lechero, cerdos y aves de corral— en los sistemas de explotación agrícola constituye una fuente de proteínas para las familias, así como una forma de fertilizar los suelos; lo mismo ocurre con la incorporación de peces, camarones y otros recursos acuáticos en los sistemas de explotación agrícola, por ejemplo en los arrozales de regadío y los estanques de peces.

En un estudio sobre las posibilidades de estas técnicas, quizá el más sistemático hasta la fecha, Jules Pretty y otros compararon los efectos de 286 proyectos recientes de agricultura sostenible aplicados en 57 países pobres en una superficie total de 37 millones de hectáreas (el 3% de la superficie cultivada en los países en desarrollo). Concluyeron que esas intervenciones habían aumentado la productividad de 12,6 millones de explotaciones agrícolas, con un aumento medio de la cosecha del 79%, a la vez que habían mejorado la oferta de servicios ambientales esenciales.


En el informe se pueden ver también, sobre técnicas agrícolas beneficiosas, en Kenya, investigadores y agricultores desarrollaron la estrategia de "atracción-expulsión" para controlar las malas hierbas parasitarias y los insectos que dañan los cultivos, que duplica los rendimientos del maíz y la producción de leche mejorando el suelo. La estrategia consiste en "expulsar" las plagas que atacan el maíz, sembrando el maíz junto con otros cultivos que repelen a los insectos, como el Desmodium, "atrayéndolas" al mismo tiempo hacia pequeñas parcelas de pasto elefante, planta que excreta una goma pegajosa que atrae y atrapa a las plagas. El Desmodium puede utilizarse como forraje para el ganado. La estrategia de "atracción-expulsión" duplica los rendimientos del maíz y la producción de leche y, al mismo tiempo, mejora el suelo. En Japón, los agricultores descubrieron que los patos y los peces eran tan eficaces como los plaguicidas para el control de los insectos en los arrozales, a la vez que proporcionaban proteínas adicionales para sus familias. Los patos comen malas hierbas y sus semillas, insectos y otras plagas, reduciendo así la mano de obra necesaria para desherbar, tarea que de otro modo tendría que ser realizada manualmente por las mujeres, y sus excrementos proporcionan nutrientes para las plantas. El sistema ha sido adoptado en China, la India y Filipinas. En Bangladesh, el Instituto International de Investigación sobre el Arroz registró un aumento del 20% de los rendimientos de las cosechas, y los ingresos netos, descontados los costos en efectivo, han aumentado en un 80%.


Plantando árboles que toman nitrógeno del aire y lo "fijan" en sus hojas, que posteriormente se incorporan al suelo. Es lo que, en esencia, se consigue con la siembra de la Faidherbia albida, especie de acacia de fijación de nitrógeno originaria de África y extendida por todo el continente. Como este árbol pasa por un período de reposo vegetativo y se despoja de su follaje a principios de la estación lluviosa cuando están empezando a crecer los cultivos en los campos, no compite de manera significativa por la luz, los nutrientes o el agua con los cultivos durante la temporada de crecimiento; en cambio, permite un aumento considerable de los rendimientos del maíz con el que se combina, en particular en condiciones de baja fertilidad del suelo. En Zambia, el maíz no fertilizado plantado bajo los árboles de Faidherbia tuvo un rendimiento medio de 4,1 t/ha, frente a las 1,3 t/ha que se obtenían cuando se plantaba cerca pero no debajo de las copas de los árboles.


Participación y politicas públicas

La participación de los agricultores es vital para el éxito de las prácticas agroecológicas. Hasta ahora la agroecología ha sido desarrollada por organizaciones comunitarias y organizaciones no gubernamentales, y se ha propagado a través de las escuelas rurales para agricultores y los movimientos de agricultores, como el movimiento Campesino a Campesino en América Central. Cada día se expande más la experiencia con técnicas agroecológicas en las redes de colaboración entre campesinos.

Se ha demostrado que las escuelas rurales para agricultores reducen significativamente la cantidad de plaguicidas utilizados, ya que los conocimientos adquiridos permiten sustituir insumos. El Estado puede consolidar esos esfuerzos al prestarles su apoyo. La propagación de la agroecología con el fin de maximizar sus efectos positivos sobre la productividad, el medio ambiente y los ingresos de los agricultores entraña una dimensión horizontal, el aumento de las superficies cultivadas con técnicas agroecológicas, y una dimensión vertical, la creación de un marco propicio para los agricultores. Entre las formas innovadoras de garantizar la expansión horizontal se destacan la estrategia de "propagación experimental". La estrategia se basa en la determinación de zonas de prueba para la propagación, el establecimiento de "plataformas de propagación", la formación de "equipos de cambio" y la selección de asociados, que incluyen desde organizaciones comunitarias hasta empresas privadas. Las zonas donde la adopción de la agroecología tiene mayor potencial pueden determinarse más fácilmente, sobre la base de criterios biofísicos, con sistemas de información geográfica (SIG), como los que se han utilizado en Europa y en el África Meridional para determinar las zonas idóneas para ampliar los sistemas agroforestales.

Las estructuras de incentivos que crean esas políticas para fomentar el cambio hacia una agricultura sostenible deben ser objeto de un proceso de pruebas y reevaluaciones periódicas en el que participen los beneficiarios y que transforme la política en un modo de "aprendizaje social más que un ejercicio de autoridad política". El movimiento hacia la agroecología debe basarse en los propios agricultores, que son sus principales beneficiarios. Las técnicas agroecológicas se difunden mejor de agricultor a agricultor, ya que suelen estar concebidas para una zona agroecológica determinada.

 La agroecología es un sector de alta densidad de conocimientos, basado en técnicas que no se imponen desde arriba sino que se desarrollan a partir de los conocimientos y la experimentación de los agricultores. Requiere que las comunidades de agricultores adquieran conocimientos ecológicos y desarrollen su capacidad para adoptar decisiones. Las inversiones en actividades de extensión e investigación agrícola son esenciales en este sentido. Si bien el gasto agrícola, junto con el gasto público en educación, salud y carreteras, es uno de los cuatro factores que más contribuyen a aumentar el bienestar rural, en los países en desarrollo la investigación agrícola es el factor que más incide globalmente en la pobreza y la productividad agrícola.