domingo, 15 de junio de 2014

Los límites de los recursos: Colapso inminiente

Todavía no lo hemos asumido, y nuestras estructuras sociales, económicas y políticas no están preparadas para ello, pero aún así es inevitable, no vamos a salir de esta crisis, la magnitud de esta crisis se ha debido a que hemos alcanzado techo en la extracción de recursos, y por tanto ya no podemos crecer, sino podemos crecer el sistema capitalista se vuelve inestable, entramos en lo que podríamos llamar una crisis sistémica, y esto no es todo, en un futuro no vamos a disponer de recursos suficientes para mantener nuestros estándares de vida actuales, el decrecimiento es inevitable y por tanto esto llevará al sistema capitalista tal y como lo conocemos al colapso.

El hecho ya es reconocido por científicos de las más importantes organizaciones de todo el mundo, que reflejan en sus estudios modelos que apuntan a un colapso social. Entre estas organizaciones están el KMPG, comité científico del Gobierno británico, la Nasa o la ONU, mientras que el Pentágono ya trabaja en el día después simulando el escenario de catástrofe planetaria. Incluso la siempre optimista AIE reconoce que el consumo de energía ya no se va a poder seguir manteniendo si no se aumenta de forma creciente la inversión, y esto lo dice mientras las principales petroleras están reduciendo la inversión porque los altos costes de inversión hacen inviable la explotación de los recursos, y no solo desde un punto de vista económico, sino también desde un punto de vista energético. Gran parte de la información sobre este colapso es analizada con formidable rigurosidad en el prestigioso blog de Antonio Turiel, The Oil Crash.

Según todas estas instituciones, este colapso obedece a una serie de patrones comunes, desigualdad social, degradación ambiental del suelo, los acuíferos y del aire, cambio climático, y agotamiento de los recursos energéticos y minerales. Provocando entre otras cosas escasez alimentaria y falta de prestación de servicios básicos (sanidad, energía, agua ...) a amplios sectores de la población.

Pocos analistas dudan ya de este colapso, cuya próxima expresión podría ser otra crisis mundial, quizás iniciada en China, que curiosamente este mismo año podría destronar a EEUU como primera potencia mundial en poder de compra, después de haber consumido tanto cemento en 3 años, como EEUU en todo el siglo pasado, pero también podría ser en Europa, que ante la bajada de produción de petroleo y gas en el mar del Norte, Noruega e Inglaterra, la crisis ucraniana y el nuevo acuerdo para la venta de gas entre Rusia y China, unido a la guerra que acaba de estallar en Irak, puede ver peligrar el suministro de energía para este mismo año, y en EEUU, donde las empresas de Fracking que iban a asegurar la autosuficiencia energética, están quebrando absorbidas por su propia burbuja, porque no es posible extraer este recurso de forma viable, ya no digamos de forma ambientalmente sostenible, o en cualquier otro lugar, candidatos no faltan.

La causa principal, agotamiento de los recursos

Empezamos por el pico del petróleo. El pico del petroleo hace referencia a la máxima capacidad de producción de petroleo, no quiere decirse que se acabe el petroleo, sino que que no se puede aumentar la producción aunque se quiera porque la extracción del petroleo en la fase de agotamiento es más lenta y dificultosa. Este pico del petroleo fue alcanzado a nivel mundial en 2006, casi en el mismo momento que lo vaticinó hubbert en 1956, la realidad es que la producción de petróleo ya ha empezado a decrecer y solo se ha logrado mantener gracias a la transformación de otras materias primas en petróleo, como las arenas bituminosas en Canadá, o el fracking en EEUU.

En cualquier caso, aunque haya datos de posibles o futuribles fuentes de energía, la realidad es que la TRE, Tasa de Retorno Energético (EROI en ingles), de todas las fuentes de energía,  está decreciendo a pasos agigantados, actualmente está en 20:1, esto contrasta con la tasa de retorno energético de las primeras sociedades industriales con petróleo de 100:1, y se acerca a niveles de los pueblos cazadores-recolectores, y de las sociedades agricolas primigenias, cuya TRE era de 10:1, incluso algunas fuentes de energía como el fracking se están explotando con TRE inferiores a 3, e inferiores a 1 en casos extremos, algo que a todas luces no lo van a poder sostener mucho tiempo.


Study of Peak Oil and Gas: Association for the Study of Peak Oil and Gas (ASPO)

En la gráfica se puede observar la drástica reducción de la producción de petroleo que vamos a experimentar en los próximos años, y que es posible que sea aplazada apenas unos pocos años por el fracking, a costa de un impacto ambiental desproporcionado sobre el planeta y que agravará de forma drámatica el inevitable colapso.

Se pueden valorar otras energías alternativas al petróleo, como el gas, la energía nuclear, o el carbón, pero el diagnostico no es muy diferente.

El pico de energía procedente del carbón ya se ha alcanzado en el año 2000, y lo peor es que los carbones más ricos en energía y menos contaminantes ya se han explotado, el techo de producción se alcanzará en algún momento próximo al 2020.

En cuanto al pico del gas es previsible que se alcance en 2020, aunque Europa tendrá probablemente graves problemas de suministro a partir de 2015.

El pico del uranio probablemente se alcance antes de 15 años. Con respecto a la fusión nuclear, bueno, apuntan algunos expertos que  "Siempre faltan 50 años para llegar al primer reactor comercial de fusión nuclear", y seguirán faltando, por que existen múltiples problemas que no tienen soluciones factibles a la vista.

Por otro lado están las energías renovables, cuyos límites no están tanto en la capacidad teórica, como en los recursos necesarios para aprevecharlas, los dos principales motivos para estos límites son:

La escasez de recursos materiales, donde destaca el caso del cobre, imprescindible para realizar la transición energética hacia las energías renovables basadas en una infraestructura eléctrica. Pues bien, el pico de producción del cobre se producirá en torno a 2018, lo que añadido a los costes crecientes de extracción, nos lleva a la inviabilidad de la electrificación total de la sociedad a los niveles de consumo energético que tenemos hoy en día.

El elevado coste de la transición, que a ritmos actuales nos llevaría 463 años, 34 años en el caso de aplicar una economía de guerra, suponiendo que estén disponibles los materiales suficientes a precios actuales, cosa que ya sabemos que es imposible.


La realidad nos marca que sin energía no hay crecimiento, y sin crecimiento una sociedad capitalista como la actual, basada en el crédito colapsa, y colapsará a mayor velocidad cuanto mayores sean las desigualdades y cuando menos preparados estemos para una transición energética adecuada. Por tanto no es de esperar un futuro optimista, ni siquiera voy a analizar aquí el problema ambiental, y que tiene mucha importancia en el otro gran problema al que nos vamos a enfrentar, la soberanía alimentaria.

Los graves problemas que nos vamos a encontrar próximamente para garantizar la soberanía alimentaria, y que ya se empiezan a notar, son que ya hemos alcanzado el pico del fósforo en 1989, que la agricultura industrial actual es fuertemente dependiente del petróleo, que los suelos agrícolas están profundamente degradados fruto de la contaminación y las malas prácticas de la agricultura industrial y que gran parte de los acuíferos están altamente contaminados. Todo esto da como resultado una agricultura fuertemente dependiente del petroleo, y que podría colapsar en conjunto con este sino reformamos el sector hacía una agricultura orgánica más sostenible.




En la gráfica podemos apreciar la tendencia al alza de los precios de los alimentos, y su relación con los precios del petroleo.


¿Existen alternativas a este colapso? 

Por supuesto que si, pero pasan por un decrecimiento en el consumo energético, por iniciar una transición hacia modelos mucho más sostenibles, donde la agricultura orgánica y local ha de jugar un papel fundamental, y por empezar a cuidar nuestro patrimonio natural, y no destrozarlo con técnicas desesperadas como el fracking, por reformar nuestro sistema de producción y enfocarlo hacia las personas y no hacia los mercados, por reformar nuestro sistema financiero, y por evolucionar en definitiva hacia un mundo más justo y sostenible.

Y aquí, nuevamente juega un papel fundamental e ineludible la democracia participativa, como defiende Antonio García -Olivares, sin democracia electrónica, y sin movilización social, no va a ser posible la transición hacia un mundo más justo y sostenible, al contrario seremos sometidos al control de las grandes corporaciones, y por tanto colapsaremos.